En las seis horas y media que duró la sesión del Congreso de la República, en la que el presidente del Consejo de Ministros, Yehude Simon, acompañado de tres de sus ministros, expuso sobre la situación que se vive en el valle de los ríos Apurímac y Ene )VRAE), se obvió algo que hace más difícil la tarea de las Fuerzas Armadas y de las Policía Nacional del Perú en su búsqueda de pacificar la zona.
Me refiero a la desconfianza de la población hacia los uniformados, como consecuencia del comportamiento abusivo y marcadamente represivo que tuvieron durante los veinte años transcurridos desde que se iniciaran las acciones subersivas con el atentado a un centro de votaciones en el poblado de Chuschi.
Pasrticularmente, me refiero a las acciones antisubversivas que tuvieron como consecuencia los cientos de muertos y desaparecidos en las localidades de Accomarca, Cayara, Huanta, entre otras, y las desapariciones forzadas en los tristemente célebres cuartel 'Los Cabitos' de Huamangam a cargo del Ejército, y el cuartel de la Marina en Huanta.
Las huellas psicológicas dejadas en la población no podrán ser olvidadas fácilmente. Esos recuerdos hacen que los lugareños vean con desconfianza a todo representante del orden, y prefieran acogerse a los subversivos y narcotraficantes que han cambiado de estrategia y buscan 'caer bien' entre los pobladores, sin cometer abusos contra ellos.
sábado, 18 de abril de 2009
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